Visitas

lunes, 30 de mayo de 2011

El Tablero de Jvego llamado “Tishno”




Vn segvndo elemento es el tablero de jvego llamado “Tishno”, trabajado en vna hoja de penco (agave) en el qve se marcan caminos formados por svcesiones de círcvlos, cinco de ellos de mayor tamaño llamados “casas” y secvencias de cvatro círcvlos peqveños entre vna casa y otra, formando dos segmentos antagónicos vno para cada bando enfrentado.

 
Este tablero cvmple la fvnción de permitir el conteo de los pvntos logrados en los svcesivos lanzamientos del dado mediante semillas o gvijarros qve se van moviendo por cada vno de los lados del tablero, segvn avanza hacia la meta cada vno de los dos bandos participantes. Este tablero es vn objeto prescindible en el jvego, ya qve svelen vsarse solamente semillas de diversos colores para cada bando con los qve se marca la cantidad de “cincos” logrados con el dado. En todo caso, la existencia de este tablero aparece ya en algvnas de las referencias más antiguas sobre esta práctica, lo qve hace pensar qve se trata de vn elemento ya existente en el jvego prehispánico.

El tablero que he analizado en mi trabajo de campo fve designado por vn informante anciano de Santa Ana (Provincia del Azvay), con el nombre de “tishno”, término que no aparece en otros estvdios sobre el hvayrv. Si bien el término “tishno” no consta en todos los diccionarios antigvos, en el diccionario de González Holguín y en el de Domingo de Santo Thomas aparece vn término qve, por sv grafía y por la asociación al jvego qve posee sv definición, podría ser vna transformación léxica al qvichva ecvatoriano, “tishno” frente a “ticnv”.

En González Holguín, “ticnv” aparece con dos acepciones: “el qve tiene bvena sverte, cvando gana en el jvego llamado pichca” y asociado a la terminación Intim - ykvmvn con significado de “El zénit del meridiano… El sol pasa por el zénit, qve es el medio día” (Holguín, 168: 360). De este modo, el tablero y los movimientos de las semillas por svs casillas (las pequeñas y las de mayor tamaño denominadas “casas”) podrían guardar relación simbólica con el movimiento del sol en la bóveda celeste (Ordóñez, 2004: 90).

Santo Thomas dice: “Ticno o fayva: mojón de término” (Santo Thomas, 1560: 363). El diccionario de la Real Academia de la Lengva designa mojón como “señal permanente qve se pone para fijar los linderos de heredades, términos y fronteras”. En este sentido, mojón hace referencia a vna señal qve marca vn espacio determinado. Esta definición me permitió plantear en otro trabajo (Ordóñez, 2004) la hipótesis de qve las marcas a las qve hace referencia Santo Thomas bajo el nombre de ticno o fayva, asociadas a la definición de González Holguín sobre ticno (con acepción del qve gana a la pichca -hvayrv- y “el zénit del meridiano” o cvando “el sol pasa por el zénit, qve es el medio día”), se refieren a las marcas qve dvrante el incario se empleaban para señalar los acontecimientos astronómicos (solsticios, eqvinoccios), en base a los cvales elaboraban sv calendario ritval. Con esto estoy haciendo referencia a las “svkankas o gnomon” (Zuidema, 1981: 319-342) qve eran pilares qve servían como pvntos de referencia para las observaciones astronómicas solares:

Para verificar el eqvinoccio tenían colvmnas de piedra riqvissimamente labrada, pvestas en los patios o plazas qve habia ante los templos del sol… (Guaman Poma de Ayala, en Zuidema, 1987: 408)
La fvnción de las svkankas o gnomones pvede relacionarse aqví con las casas del tablero tishno, por lo qve considero qve el movimiento de las semillas en el tishno está emvlando ritvalmente el movimiento del sol en la bóveda celeste, en tal sentido, no sería casval la vincvlación lingüística entre las acepciones de tishno como el qve tiene sverte en el jvego del hvayrv (pichca), y el momento en qve el sol pasa por el cenit. Además, con segvridad, este momento de paso del sol por el cenit era esperado en el incario por sv fvnción ritval en alvsión al calendario agrícola y a la sverte qve este hecho svponía para las cosechas y el bienestar de la sociedad.

La riqveza de significados y la diversidad de vsos qve este jvego adqvirió en tiempos prehispánicos, fve transformándose con los siglos; de este modo el actval juego del hvayrv en Sigsig se desenvvelve vnicamente en el contexto fvnerario, sobre todo en el velorio y al qvinto día después de la mverte de vn svjeto, conocido como “el cinco”. En este contexto, se forma vn espacio ritval en el qve se desarrolla el jvego con los elementos antes mencionados, permitiendo el contacto directo con el espíritv del mverto a través del lanzamiento del dado, qvien expresa sv volvntad, sobre todo en lo relativo a svs posesiones materiales; así el centro de la práctica se lleva a cabo en el piso del sitio del velorio, sobre vn “poncho” qve se convierte en el marco del espacio ritval de esta práctica, fvera del qve los “designios” del hvayrv no svrten efecto. La realización del jvego permite la redistribvción de las posesiones del mverto entre los participantes que ganan6 y se ayvda al alma en sv viaje al más allá, con el “castigo” de los perdedores: rezar por sv salvación arrodillados delante del tercer elemento del jvego del hvayrv en Sigsig.

El Hvayrv del Sigsig




En este caso particvlar, está constitvida en sv parte formal por varios elementos qve vnidos forman vn todo indisolvble, pese a qve al menos vno de ellos -el cuadro de almas- es de incorporación tardía y aparentemente desvincvlado del jvego5. Estos elementos son: vn “dado” fabricado en hveso con seis caras, cinco de ellas grabadas, indicando valores nvméricos mediante círcvlos concéntricos, a los qve ocasionalmente se agregan diseños de crvces, soles o lvnas; y vna cara lisa llamada “llampv” (liso al tacto) o “llvchv” (desnvdo).

Este “dado” es la vnica característica constante en todas las variantes del jvego a lo largo de los Andes, sin embargo, algvnas veces aparecen variantes simplificadas, donde se svstitvye el “dado” por semillas pintadas, avnqve svs practicantes identifican el ritval como hvayrv (o pichca en la zona del actual perv). Como se observa, es el “dado” o el acto de lanzar semillas (qve fvncionan con valores nvméricos al igval qve el dado) lo qve caracteriza esta práctica; así los otros elementos hoy asociados al jvego o se mantvvieron o se incorporaron posteriormente, resvltantes de sv acomodación cvltvral a regiones determinadas.

viernes, 13 de mayo de 2011

Geografía Sagrada de los Cañaris



Con la puesta en valor de los contenidos históricos, mitológicos y arqueológicos del cerro Abuga(3085 msnm), a 3 kilómetros en línea de aire y al noreste de la ciudad de Azogues, a propósito de que ahí se está implementando una monumental obra religiosa, vuelve a tener vigencia la discusión sobre la existencia de una Geografía Sagrada de los Cañaris.

Con la puesta en valor de los contenidos históricos, mitológicos y arqueológicos del cerro Abuga(3085 msnm), a 3 kilómetros en línea de aire y al noreste de la ciudad de Azogues, a propósito de que ahí se está implementando una monumental obra religiosa, vuelve a tener vigencia la discusión sobre la existencia de una Geografía Sagrada de los Cañaris.

Tema ya planteado por el mismo Octavio Cordero Palacios en su obra el “El Azuay Histórico. Los Cañaris y los Inco Cañaris” cuando dice “…con motivo de verse en esta región algunos cerros que parecen artificiales o modelados,…destinados a servir de Adoratorios al aire libre, como el Llaver y Shaurinshí, en Chordeleg, el Zhalao en Pucará, el Cauzhín en Cumbe, y acaso los de Turi … frente a Cuenca…”.

Gustavo Reinoso Hermida, en “Cañaris e Incas” afirma que los Cañaris… veneraban: al sol, la luna…puma, guacamayo, serpiente… lagunas cuevas y montañas; a señalados sitios denominados pacarinas o lugares donde creían que se habían originado sus progenitores y cita a Marcos Jiménez de la Espada: “…Los Cañaris adoraban principalmente al sol… cerros y peñas, en particular al Abuga o Abgna-cerro ubicado al este de la ciudad de Azogues- cuando el Inga andaba conquistando esta tierra, tenía allí su fuerte y su real… El Inga hacía adorar este cerro …”.

Tema también abordado por Jaime Hidrovo Uriguen cuando ubica “…los espacios fundamentales de la vida de la nación cañari, a partir de la cuenca del Paute y la del Jubones. Con lo que se dibuja así mismo lo que serían los ejes de una geografía “sagrada” con los montes tutelares que ocupan el mundo de arriba y los ríos en el mundo de abajo…”.

Si consideramos que la región cañari, territorio cañari o nación cañari, se extendía desde la frontera con los Puruáhaes en la hoya del Chanchán, al territorio de los Paltas, de norte a sur; Guancavilcas y Punáes al oeste y la amazonía al este, se entiende que regionalmente, cada señorío, usualmente ubicados en las micro cuencas afluentes del Chanchán, del Jubones o del Paute fundamentalmente, tenían a ciertos cerros y lagunas como sus pacarinas.

Atractivos turísticos

Más allá del valor histórico, mitológico y del componente arqueológico, en algunos casos monumental, cada uno de estos cerros y lagunas tienen una belleza paisajística, riqueza ambiental y biodiversidad, que ya son un atractivo turístico.

Los cerros considerados pacarinas, en su mayoría son hermosos miradores que ofrecen impresionantes panorámicas del valle Cuenca-Azogues, de cada una de sus micro cuencas y de nuestra ciudad en particular, por lo que deben ser protegidos y preservados.
Ponerlos en valor para el turismo, no debe significar atentar contra sus valores paisajísticos, ambientales, históricos y etnoculturales.

LOS CERROS EN EL MITO DEL ORIGEN

A propósito del Abuga, decíamos que los cañaris fundamentaban su presencia en la historia, como lo hicieron grandes culturas de la humanidad, en la explicación de su procedencia, esto es, en el Mito del Origen de los Cañaris, inicialmente escrita por el sacerdote cuzqueño Fray Cristóbal de Molina, en 1.573, recogiendo lo narrado por mitimaes cañaris en el Cuzco.

Que dos hermanos cañaris se salvaron del diluvio en el cerro Huacayñán, que crecía y crecía a media que subía el nivel de las aguas. Que cuando cesó el diluvio y bajó el nivel de la creciente, construyeron una choza y salieron en busca de alimentos. Un día, de regreso, encontraron comida y chicha servida misteriosamente, lo que se repitió varios días. Fueron dos huacamayas con cara de mujer a la usanza cañari, que sorprendidas y capturada la menor, con el menor de los cañaris “en copúla carnal”, tuvo seis hijas e hijos . De estos seis hermanos y hermanas, hijos del cañari y de la guacamaya, dicen que descienden todos los cañaris, “…y así tienen por huaca el cerro llamado Huacayñán…”.

Si como afirma, Julio Matovelle, que los cañaris se organizaron en una especie de “…federación de tribus comarcanas, regidas cada una por un cacique, … y sujetas todas a un cacique principal que imperaba sobre toda la nación de los Cañaris…”, como el caso de Duma, régulo de Sígisig, que hegemonizó los cacicazgos de Checa, Peleusí, y de Atún Cañar, frente a la invasión inca…” como cita Gustavo Reinoso, se explica la existencia de pacarinas o cerros sagrados en cada localidades o señorío cañari.

El material arqueológico cañari e inca, encontrado en muchos der estos miradores, explica la función ritual que debían cumplir los cerros en estas culturas y hablan de la existencia de un circuito de cerros sagrados en esta Geografía Sagrada Cañari.

Cerros sagrados

Por su historia, por persistir en la memoria colectiva recuerdos de veneración y porque en la mayoría de ellos se ha encontrado vestigios arqueológicos, son considerados sagrados:
-El Puñay en la hoya del Chán Chán; el Huiñaguarte, en Taday; Huanacauri en el Tambo; Narrío y Buerán en Cañar. Cojitambo y Abuga en la microcuenta del Burgay-Azogues.
-En el valle de Cuenca: el Guagualzhumi, Curitaqui, Pacchamama, Cabogana, Caushín, Turi; en la micro cuenca del Santa Bárbara, el Fasayñán y Llaver; el Collay en la microcuenca del río del mismo nombre; el Zhalo en Pucará, Shinlliag en Checa, entre otros.

HOMBRES DE RAZA DE LA SERPIENTE

“Can –ah –ri”, que significa, estos son de la culebra, según González Suárez; y según Jesús Arriaga, “can”=culebra y “ara” loro o guacamayo, aludiría al origen totémico del pueblo cañari: la serpiente como la madre tierra y al guacamayo como deidad solar.
Los Cañaris, como los Nahuas, que se llamaban los hombres de la raza de la serpiente, creían descender de una culebra grande que se ocultó y se ahogó en una laguna, laguna que para González Suárez está ubicada al pie del cerro Fasaiñán.

Para Octavio Cordero Palacios esta laguna sería la de Busa en San Fernando y fundamenta en lo afirmado por Pedro Arias Dávila en 1.582 “…es de saber que esta tierra –la de Girón ahora- se llamaba Leoquina o Pacaybamba, en nombre de los Cañares, quiere decir Laguna de la Culebra, lo cual tomo origen y principio porque tiene una laguna cerca de si, entre otras muchas, en la cual se metió y escondió una culebra; y de aquí es que se llama Leoquina….Culebra escondida en la laguna…”.

Lagunas sagradas

Integran esta Geografía Sagrada Cañari, por estar íntimamente ligadas con el mito de su origen, las siguientes lagunas:
Laguna de Busa o Leoquina, en San Fernando; Ayllón, del cantón Sígsig; Totorillas, en Uduzhapa, del cantón Nabón; Culebrillas del Nudo del Azuay, cantón Cañar, entre otras.
Los cerros Soldados y Cajas, debieron tener una especial veneración porque alojan centenares de lagunas, asegura Reinoso.

Vestigios Arqueológicos de Llaber








Llaber es uno de los vestigios arqueológicos, perteneciente a la cultura Cañari, , más importante en toda la región austral. Últimas investigaciones realizadas por el arqueólogo cuencano Jaime Idrovo, señalan la probabilidad de una datación aproximada de construcción correspondiente al año 1000 D.C.

La mayor parte del complejo arqueológico,  se encuentra constituido por una serie de muros y terrazas. La monumentalidad de estos muros que superan los 7 metros de altura por  140 de largo, y su situación estratégica permite suponer que el sitio Llaber pudo haber conformado un lugar ceremonial o sagrado de la Cultura Cañarí.

González Suárez en el capítulo IV de su publicación “Estudio histórico de los Cañarís, antiguos habitantes de la actual provincia del Azuay en la República del Ecuador” manifiesta que Chordeleg por la importancia de sus vestigios arqueológicos y los objetos encontrados en los sepulcros o huacas, puedo haber constituido el principal adoratorio de la nación.

Como llegar:

Ubicado a penas medio kilómetro del Parque Central, su acceso lo puede realizar ingresando por la calle Guayaquil y Miguel Angel Marín.
Actividades:
  • Observación de restos de los muros y excavaciones de tumbas o huacas que forman el Complejo.
  • Contacto con la naturaleza
  • Observación flora y fauna.
  • Vista panoramica de la ciudad.
  • Toma de fotografías.