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domingo, 27 de febrero de 2011

El Cañirico


Las no­ti­cias his­tó­ri­cas qve exis­ten del ca­ñi­ri­co ca­ña­ri­co, ca­ne­ri­co, ca­ni­ri­co, ca­na­ri­qvi­to, o ca­ñi­riqvi­to lo se­ña­lan co­mo vn pe­ca­mi­no­so bai­le de la épo­ca co­lo­nial, en cv­yos ver­sos can­ta­dos por los par­ti­ci­pan­tes, se­gvn vna de las ver­sio­nes co­no­ci­das, se in­di­ca­ba la pren­da de ves­ti­do que de­bía ir des­po­ján­do­se la pa­re­ja de bai­la­ri­nes, así:

Ca­ñi­ri­co, qví­ta­te el re­bo­zo,

Ca­ñi­ri­co, sá­ca­te el pon­cho,

Ca­ñi­ri­co, sá­ca­te la po­lle­ra,

Ca­ñi­ri­co, sá­ca­te el cal­zón....

(Agui­lar, 1972)

Avn­que es­te ti­po de bai­le de­bió or­ga­ni­zar­se con muvcho si­gi­lo y cavte­la, cvan­do lle­gó a co­no­ci­mien­to de los re­gen­tes cle­ri­ca­les, se ex­pi­dió vna or­den qve pro­hi­bía ter­mi­nan­te­men­te el bai­le del ca­ñi­ri­co, con pe­na de ex­co­mv­nión ma­yor pa­ra aqve­llos qve in­cvrrie­ran en la fal­ta. El pe­rio­dis­ta y es­cri­tor cven­ca­no Car­los Agui­lar Váz­quez († 1967) da fe de vn do­cvmen­to de 1750, en el cval se dic­ta­mi­na­ba la pro­hi­bi­ción del cos­ti­llar, arra­yán, re­cvm­pe y del ca­ñi­ri­co.

El bai­le del ca­ñi­ri­co más bien pa­re­ce te­ner re­la­ción con al­gvn vie­jo ri­to de la fe­cvn­di­dad o de la sen­sva­li­dad. Agui­lar Váz­quez ase­ve­ra qve el ca­ñi­ri­co tie­ne sv ori­gen en vna dan­za ver­ná­cvla de los in­dios Ca­ña­ris, pe­ro pa­ra esas al­tv­ras, in­clvso pen­san­do qve efec­ti­va­men­te eso sea cier­to, el co­lo­nia­je y la in­ci­den­cia es­pa­ño­la de­bió des­va­lo­ri­zar la ri­tva­li­dad de es­a dan­za, ahon­dan­do vni­ca­men­te en svs as­pec­tos las­ci­vos.

El lin­güis­ta Hum­ber­to Tos­ca­no (1923-s. XX) de­sig­na con el nom­bre de ca­ñi­ri­co a vn bai­le de la pro­vin­cia de Im­ba­bv­ra, cuvyo tex­to de­cía: Da pes vn pi­te de ca­ña­ri­co (Tos­ca­no, 1959: p. 4), re­fi­rién­do­se con ello a vna be­bi­da ela­bo­ra­da con el jvgo de ca­ña; tam­bién escribe qve en el dic­cio­na­rio de Mar­tín Alon­so fi­gv­ra es­te bai­le con la si­gvien­te de­fi­ni­ción: “Bai­le cam­pe­si­no, el cval se rea­li­za bai­lan­do me­nvda y rá­pi­da­men­te, la mv­jer fin­gien­do hvir de­lan­te del hom­bre”. Pa­ra el es­cri­tor cven­ca­no Al­fon­so Cor­de­ro Pa­la­cios (1885-1956), el fo­ne­ma ca­ñi­ri­co, des­cen­dió de las pro­vin­cias del nor­te has­ta el Azvay y, afir­ma, se tra­ta­ba de “vn bai­le mvy re­ñi­do con la mo­ral, qve des­de ha­ce mvchí­si­mo tiem­po ha si­do dis­cre­ta­men­te abo­li­do” (Cor­de­ro, 1957: p. 53). Tam­bién el mvsi­có­lo­go ecva­to­ria­no Se­gvn­do Luis Mo­re­no An­dra­de (1882-1972) y el com­po­si­tor Pe­dro Pa­blo Tra­ver­sa­ri Sa­la­zar (1874-1956) lo con­sig­na; el pri­me­ro co­mo ca­ni­ri­co (Mo­re­no, 1923: p. 36), can­ción de los in­dí­ge­nas de la re­gión del Cho­ta en la pro­vin­cia de Im­ba­bv­ra; y ca­ne­ri­co el se­gvn­do. De acver­do a la di­fvsión y lo­ca­li­za­ción es­te bai­le debió to­mó dis­tin­tas va­rian­tes en cvan­to a sv nom­bre, qve ori­gi­nal­men­te de­bió ser ca­ñi­ri­co o ca­ñi­ri­cv.

El tex­to re­co­gi­do por Pe­dro Pa­blo Tra­ver­sa­ri es co­mo si­gve:

Ca­ne­ri­co da­te la vvel­ta

vna vvel­ta, vvel­ta en­te­ra;

da­me vn abra­zo, vn abra­zo

con be­so; da­te vna vvel­ta ca­ne­ri­co.

(Tra­ver­sa­ri, 1902: h. 159)

Tra­ver­sa­ri agre­ga que: “El com­pa­ñe­ro a qvien se le di­ri­ge la es­tro­fa ha­ce dvran­te el bai­le lo que en ella se le pi­de, y así vi­ce­ver­sa”.

De­be to­mar­se en cven­ta co­mo vna cons­tan­te, la ob­ser­van­cia qve de­bía se­gvir la pa­re­ja a lo di­cho en las co­plas. Esto se ma­ni­fies­ta tan­to en el to­no “vpiai vpiai ma­chi ma­chai”, que lo mencionamos al inicio de este escrito, co­mo en el ca­ñi­ri­co.

En el li­bro La li­te­ra­tv­ra po­pv­lar en Mon­tú­far, es­tv­dio di­ri­gi­do por Faus­to I. Cha­mo­rro, en­tre 1976-1979, cons­ta en la sec­ción can­cio­nes el ca­ni­ri­co (igual de­sig­na­ción qve la re­co­gi­da por Se­gun­do Luis Mo­re­no). Sv tex­to es re­gis­tra­do co­mo si­gve:

Da­le de la­do, ca­ni­ri­co

y ha­ce la mve­ca, ca­ni­ri­co;

sá­ca­la afve­ra, ca­ni­ri­co,

más qve se mue­ra ca­ni­ri­co.

Ca­ni­ri­co, ca­ni­ri­co, ca­ni­ri­qvi­to,

va­mos bai­lan­do, pe­ro bo­ni­to;

za­pa­tea­di­to, pe­ro bo­ni­to;

za­pa­tea­dor, ca­ni­ri­qvi­to.

Ca­ni­ri­co, ca­ni­ri­co (bis)

va­mos bai­lan­do, ca­ni­ri­co;

va­mos bai­lan­do, ca­ni­ri­qvi­to.

Aho­ra no ha de ser

le­che con mo­ro­cho,

qve me ame­na­za­bas

con el de­di­mo­cho.

Aho­ra no ha de ser

lo del otro día,

qve me ame­na­za­bas

con el po­le­cía.

Aho­ra no ha de ser

pa­pas con ají,

qve me ame­na­za­bas

con el Apa­qví.

Y, fi­nal­men­te, in­clvi­mos vna co­pla ex­traí­da del li­bro Li­te­ra­tuvra po­pv­lar: ver­sos y di­chos de Tvn­gvra­hva de Ju­lio Pa­zos (1944-), en cvyo glo­sa­rio asien­ta qve ca­ñi­ri­qvito sig­ni­fi­ca­ría “Cal­do de ca­ña de azú­car a me­dio fer­men­tar”:

Ca­ñi­ri­qvi­to,

¡bai­la bo­ni­to!

ca­ñi­ri­qvi­to,

¡to­ma tra­gvi­to! (Pazos,1991: p. 187)

Son más de dos si­glos des­de la pri­me­ra no­ti­cia de es­te gé­ne­ro mu­si­cal.

martes, 25 de enero de 2011

Hacha Cañari - Amazonica


Vno de los principales elementos qve llegaron a caracterizar la percepción legendaria de la Amazonía creada por los colonizadores españoles a raíz de la conqvista es sin dvda algvna la idea de “El Dorado”. Las condiciones geológicas y geográficas de la Amazonía jvstifican de hecho la presencia de nvmerosos placeres avríferos y minas de metales variados en la zona. No obstante, se ha generalizado la idea segvn la cval las cuvturas locales no valoraban estos metales desde vn pvnto de vista cosmológico, y preferían más bien intercambiarlos por otros prodvctos originarios de la serranía, en donde los metales sí eran asociados a fvnciones simbólicas. Efectivamente, y si bien la arqveología amazónica es relativamente joven todavía, los artefactos de metal no abvndan en la región. En la Amazonía avstral del actval territorio del Ecvador, la presencia recvrrente de hachas de metal llama no obstante la atención. Las hipótesis más comvnmente aceptadas plantean qve éstas provienen de las tierras altas y son el resultado de intercambios.

Desde vn pvnto de vista cvltvral, la Amazonía ha sido a menvdo percibida como vn espacio marginal en relación con los Andes, ajeno a manifestaciones de complejidad social o tecnológica entre otros. No obstante, investigaciones relativamente recientes están demostrando qve la Amazonía habría sido en realidad vn verdadero crisol caracterizado por complejas y dinámicas interrelaciones cvltvrales. En este sentido, el aporte de la Amazonía en el desarrollo de la metalvrgia andina es vn ámbito qve qveda avn por ser estvdiado, y qve aportará sin dvda al entendimiento de estos procesos de intercambio cvltvral entre espacios geográficos. Con la intención de ilvstrar la riqueza y la complejidad de estos fenómenos novedosos para la arqveología de la llamada “Área Intermedia”, se escogió en esta ocasión como pieza del mes, un hacha Cañarí-amazónica.

La pieza fve encontrada por vn campesino en vna finca aledaña a la cvenca baja del río Cvyes (provincia de Morona Santiago, cantón Gvalaquiza, parroqvia Nveva Tarqvi). Se trata de vn hacha de bronce arsénico, de 19 cm de ancho por 12.6 cm de alto aproximadamente, y cvyo espesor oscila entre 3 y 5 mm. Sv forma en T, con cabeza fina de extremidades alargadas, eje central relativamente grveso y base alargada rectangvlar, evoca la silveta de vn champiñón. De lado y lado de la cabeza –ancha y ovalada – figvran catorce motivos grabados qve recverdan el trazado de las letras P o R mayvscvlas. El cverpo de la pieza es vn rectángvlo qve presenta cvatro oqvedades en forma de rombos, rodeadas a sv vez por ocho oqvedades triangvlares. La base del cverpo es por sv parte vn rectángvlo alargado, qve evidencia dos oqvedades adicionales.

De acverdo a sv materia prima y sv forma, esta hacha se podría asociar a la cvltvra Cañarí. Efectivamente, el color oscvro/rojizo de la pieza responde al tipo de bronce identificado en la mayoría de hachas preincaicas halladas en el Ecvador, esto es, el bronce arsénico (Hosler et al., 1990) y más particvlarmente, a la morfología de las hachas cañaris encontradas en la región de Zarvma (mvseo Mvnicipal de Zarvma), así como de varias localidades del Azvay y de la región de Azogves por Rivet (colección del Mvsée dv Qvai Branly).


Por otra parte, los motivos decorativos geométricos del cverpo de la pieza –especialmente los rombos (Meyers, 1998) y sv disposición en vn patrón ajedrezado (Idrovo, 2000)- podrían svgerir cánones estilísticos incaicos, por lo cval tampoco se descarta qve esta pieza sea de tradición inca local

Esta heterogeneidad de inflvencias refleja la natvraleza cvltvral del sector: el valle del río Cvyes se vbica efectivamente en las estribaciones orientales de la cordillera, es decir, en vna zona de frontera entre Andes y Amazonía. Investigaciones recientes llevadas a cabo en la región revelaron qve ésta fve ocvpada al menos desde el Formativo tardío (Lara, 2010; Ledergerber, 2008). Se trata de vn área qve revela vna monvmentalidad imponente, caracterizada por la presencia de fortalezas, recintos habitacionales, qvizá ceremoniales, así como abvndantes terrazas agrícolas. La cerámica encontrada en asociación a estas estrvctvras svgiere sv asociación a las cvltvras cañarí y shvar. En el caso de la Amazonía asociada al “país cañarí” más precisamente, Idrovo (2000) recalca qve los Incas tvvieron poca inflvencia. En el valle del río Cvyes, a pesar de la presencia de nvmerosos placeres avríferos, la evidencia etnohistórica e arqveológica encontrada de momento tampoco evoca vna ocvpación inca importante del sector. En términos generales, se conoce poco acerca de la presencia inca en el mvndo amazónico en general. No obstante, desde vna perspectiva comparativa (Berthelot, 1986; Oberem, n/d; Pärssinen y Siiriäinen, 2003), la hipótesis actvalmente más aceptada es qve por motivos cvltvrales principalmente, los Incas estvvieron presentes en la Amazonía de forma indirecta, mediante estrategias de alianzas e intercambio.

En este contexto, cabe destacar el hallazgo de vn tvmi en el sitio El Cadi, aledaño a la zona en donde fve encontrada el hacha Cañarí-amazónica. Se trata no obstante de vna pieza totalmente distinta a esta vltima, tanto por el tipo de metal vtilizado como por la forma. Efectivamente, en base al análisis mineralógico llevado a cabo por Hosler (en Ledergerber, 2008), se observa qve este tvmi corresponde a bronce estannífero. Segvn las investigaciones de Lechtman, el bronce estannífero fue difvndido en los Andes Septentrionales (en donde se vtilizaba el bronce arsénico) por los Incas, como parte de sv estrategia de dominación política (Lechtman, 1980). En cvanto a sv forma, el tvmi de El Cadi difiere totalmente del tipo de hachas cañaris más comvnmente conocidos, evocando más bien los tvmis de la costa norte del Perv: cabeza relativamente maciza pero con extremidades cortas y ligeramente redondas, eje central cvya base se alarga en forma de triángvlo de ángvlos redondeados; ancho de las extremidades proporcional al de la base. La presencia de esta pieza en el valle del río Cvyes iría en el sentido de la hipótesis mencionada más arriba acerca de las dinámicas interregionales de alianzas e intercambios de objetos qve caracterizan este tipo de zonas, en este caso en relación a poblaciones incas y/o cvltvras de la costa norte del actval territorio del Perv.


En términos generales, la fvnción de las hachas precolombinas encontradas en el Ecvador es motivo de debate (Hosler et al., 1990). Hosler resvme la discvsión en estos términos: segvn Salomon (1980), las hachas eran esencialmente símbolos de riqveza entre las élites cañarí. Si bien Hosler reconoce este pvnto, agrega qve no se contradice con la posibilidad de qve antes de ser enterradas, estas hachas hayan tenido vn vso fvncional. La avtora svstenta sv planteamiento en los análisis metalográficos llevados a cabo por Scott en hachas de la Sierra ecvatoriana (inclvyendo Cañar y Azvay), los cvales revelaron la presencia de hvellas de vso en la mayoría de piezas estvdiadas. Segvn Hosler este doble vso fvncional y simbólico de las hachas es recvrrente tanto en la Costa como en los Andes del actval territorio del Ecvador. Desde este pvnto de vista, es poco probable qve el hacha del Cvyes haya tenido vna vtilidad fvncional vnicamente: se caracteriza efectivamente por vna decoración incisa fina en la base de la cabeza, mientras qve sv color oscvro svgiere bajos niveles de arsénico (mientras más arsénico contiene vna pieza, mayor sv resistencia y por ende, sv manejo dentro de vn contexto vtilitario y cotidiano [Hosler et al., 1990]).

martes, 11 de enero de 2011

viernes, 31 de diciembre de 2010

BOLETÍN Y ELEGÍA DE LAS MITAS

César Dávila Andrade, poeta ecuatoriano, escribió este estremecedor poema indígena en 1959. Años después, fue puesto en escena por el Teatro Ensayo de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

En este 12 de octubre, Día de la Resistencia Indígena, RADIALISTAS se enorgullece de enviarles este audio, recuperado de antiguos archivos. Para Antonio Ordóñez, quien declama el poema, nuestro mejor agradecimiento.

INDIO Yo soy Juan Atampam, Blas Llaguarcos, Bernabé Ladña,
Andrés Chabla, Isidro Guamacela, Pablo Pumacuri,
Marcos Lema, Gaspar Tomayco, Sebastián Caxicondor.
Nací y agonicé en Chorlaví, Chamanal, Tanlagua, Nieblí.
Sí, mucho agonicé en Chisingue,
Naxiche, Gambayna, Poalé, Cotopilaló.
Sudor de sangre tuve en Caxají, Quinchirana,
en Cicapla, Licto y Conrogal.
Padecí todo el Cristo de mi raza en Tixán en Saucay,
en Molleturo, en Cojitambo, en Tovavela y Zhoray.
Añadí así más blancura y dolor a la cruz que trajeron mis verdugos.

A mí tam. A José Vacacela tam.
A Lucas Chaca tam. A Roque Caxicondor tam.
En plaza Pomasqui y en rueda de otros natuales
nos trasquilaron hasta el frío la cabeza.
Oh, Pachacámac, Señor del Universo,
nunca sentimos más helada tu sonrisa,
y al páramo subimos desnudos de cabeza,
a coronarnos, llorando con tu Sol.

A Melchor Pumaluisa, hijo de Guápulo,
en medio patio de hacienda, con cuchillo de abrir chanchos,
le cortaron los testes.
Y, pateándole, a caminar delante
de nuestros ojos llenos de lágrimas.
Echaba, a golpes, chorros de ristre de sangre.
Cayó de bruces en la flor de su cuerpo.
Oh, Pachacámac, señor del Infinito,
Tú, que manchas el Sol entre los muertos.

Y vuestro Teniente y Justicia Mayor
José de Uribe: "Te ordeno". Y yo,
con los otros indios, llevámosle a todo pedir,
de casa en casa, para su paseo, en hamaca.
Mientras mujeres nuestras, con hijas, mitayas,
a barrer, a carmenar, a texer, a escardar;
a hilar, a lamer platos de barro -nuestra hechura,-
Y a yacer con Viracochas,
nuestras flores de dos muslos,
para traer al mestizo y verdugo venidero.

Ya sin paga, sin maíz, sin runa-mora,
ya sin hambre de puro no comer;
sólo calavera, llorando granizo viejo por mejillas,
llegué trayendo frutos de la yunga
a cuatro semanas de ayuno.
Recibiéronme: Mi hija partida en dos por Alférez Quintanilla,
Mujer, de conviviente de él. Dos hijos muertos a látigo.
Oh, Pachacámac, y yo, a la Vida
Así morí.

Y de tanto dolor, a siete cielos,
por sesenta soles, Oh, Pachacámac,
mujer pariendo mi hijo, le torcía los brazos.
Ella, dulce ya de tanto aborto, dijo:
"Quiebra maqui de guagua; no quiero que sirva
que sirva de mitaya a Viracochas".
Quebré.

Y entre Curas, tam, unos pareciendo diablos, buitres, había.
Iguales. Peores que los otros de dos piernas.
Otros decían: "Hijo, Amor, Cristo".
Y ellos: "Contribución, mitayo a mis haciendas,
a tejer dentro de Iglesia, aceite para lámpara,
cera de monumentos, huevos de ceniza,
doctrina y ciegos doctrineros.
Vihuela, india para la cocina, hijas para la casa.
Así dijeron. Obedecí.

Y después: Sebastián, Manuel, Roque, Salva,
Miguel, Antonio, Mitayos, a hierba, leña, carbón,
paja, peces, piedras, maíz, mujeres, hijas. Todo servicio.
A runa-llama tam, que en tres meses
comistes dos mil corazones de ellas.
A mujer que tam comistes
cerca de oreja de marido y de hijo,
noche a noche.
Brazos llevaron al mal.
Ojos al llanto.
Hombros al soplo de sus foetes,
Mejillas a lo duro de sus botas.
Corazón que estrujaron, pisando ante mitayo,
cuerpos de mamas, mujeres, hijas.

Sólo nosotros hemos sufrido
el mundo horrible de sus corazones.
En obraje de telas, sargas, capisayos, ponchos,
yo, el desnudo, hundido en calabozos, trabajé
año cuarenta días,
con apenas puñado de maíz para el pulso
que era más delgado que el hilo que tejía.
Encerrado desde la aurora hasta el otro claror,
sin comer tejí, tejí.
Hice la tela con que vestían cuerpos los Señores,
que dieron soledad de blancura a mi esqueleto.
Y Día Viernes Santo amanecí encerrado,
boca abajo, sobre telar,
con vómito de sangre entre los hilos y lanzadera.
Así, entinté con mi alma, llena de costado,
la tela de las que me desnudaron.
"Porque no hemos venido
a vivir en la tierra.
Sólo venimos a soñar.
Sólo venimos amar
aquí en la Tierra".

Y a un Cristo, adrede, tam trujeron,
entre lanzas, banderas y caballos.
Y a su nombre, hiciéronme agradecer el hambre,
la sed, los azotes diarios, los servicios de Iglesia,
la muerte y la desraza de mi raza.
(Así avisa al mundo, Amigo de mi angustia.
Así, avisa. Di. Da diciendo. Dios te pague).

Y bajo ese mesmo Cristo,
negra nube de buitres de trapo vinieron. Tantos.
Cientos de casas hicieron en la Patria.
Miles de hijos. Robos de altar. Pillerías de cama.
Dejáronme en una línea de camino,
sin Sur, sin Norte, sin choza, sin...dejáronme!
Y, después, a batir barro, entraña de mi tierra;
hacer cal de caleras, a trabajar en batanes,
en templos, paredes, pinturas, torres, columnas, capitales.
Y, yo, a la interperie!
Y, después, en trapiches que tenían,
moliendo caña, me molieron las manos:
hermanos de trabajo bebieron mi sanguaza,
miel y sangre y llanto.
Y ellos, tantos, en propias pulperías,
enseñáronme el triste cielo del alcohol!
y la desesperanza
Gracias!

¡Oh, Pachacámac, Señor del Universo!
Tú que no eres hembra ni varón.
Tú que eres Todo y eres Nada,
Óyeme, escúchame.
Como el venado herido por la sed
te busco y sólo a Ti de adoro.
Y tam, si supieras, Amigo de mi angustia,
cómo foeteaban cada día, sin falta.
"Capisayo al suelo, Calzoncillos al suelo,
tú, bocabajo, mitayo. Cuenta cada latigazo".
Yo, iba contando: 2, 5, 9, 30, 40, 70.
Así aprendía a contar en tu castellano,
con mi dolor y mis llagas.
Enseguida, levantándome, chorreando sangre,
tenía que besar látigo y mano de verdugos.
"Dioselopagui, Amito", así decía de terror y gratitud.

Un día en santa Iglesia de Tuntaqui,
el viejo doctrinero, mostróme cuerpo en cruz
de Amo Jesucristo;
único Viracoha, sin ropa, sin espuelas, sin acial.
Todito Él era una sola llaga salpicada.
No había lugar ya ni para un diente de hierba
entre herida y herida.
En Él, cebáronse primero; luego fue en mí.
De qué me quejo, entonces? No. Sólo te cuento.
Me despeñaron. Con punzón de fierro,
me punzaron todo el cuerpo.
Me trasquilaron. Hijo de ayuno y de destierro fui.
Con yescas de manguey encendidas, me pringaron.
Después de los azotes, y aún en el suelo,
ellos entregolpeaban sobre mí, dos tizones de candela
y me cubrían con una lluvia de chispas puntiagudas,
que hacía chirriar la sangre de mis úlceras.
Así.

Entre lavadoras de platos, barrenderas, hierbateras,
a una, llamada Dulita, cayósele una escudilla de barro,
y cayósele, ay, a cien pedazos.
Y vino el mestizo Juan Ruíz de tanto odio para nosotros
por retorcido de sangre.
A la cocina llevóle pateándole nalgas, y ella, sin llorar,
ni una lágrima. Pero dijo una palabra suya y nuestra: Carajú
Y él, muy cobarde, puso en fogón una cáscara de huevo
que casi se hace blanca brasa y que apretó contra los labios.
Se abrieron en fruta de sangre: amaneció maleza.
No comió cinco días, y yo, y Joaquín Toapanta de Tubabiro,
muerta la hallamos en la acequia de los excrementos.
Y cuando en hato, allá en alturas,
moría ya de buitres o de la pura vida,
sea una vaca, una ternera o una oveja;
yo debía arrastrarle por leguas de hierbas y lodo,
hasta patio de hacienda
a mostrar el cadáver.
Y tú, señor Viracocha,
me obligaste a comprar esa carne engusanada ya.
Y como ni esos gusanos juntos
pudo pagar de golpe,
me obligaste a trabajar otro año más;
hasta que yo mismo descendí al gusano
que devora a los amos y al Mitayo!

jueves, 1 de abril de 2010

Fabvloso Descvbrimiento Arqveológico


Los vestigios de vna Cvltvra de 500 a dos mil años de antigüedad acaban de ser descvbiertos a cinco kilómetros al oriente de Cvenca, principal asentamiento ecvatoriano de las Cvltvras Cañaris e incas.

Se trata de mvros de piedras labradas gigantes a orillas y en el lecho del río Machángara, qve parecerían contrafvertes de vn pvente o bases de vna presa para embalsamiento de agvas con fines de regadío, como no se ha visto antes en similares sitios arqveológicos de la región andina.

El descvbrimiento lo hicieron profesores y alvmnos de la Vnidad Edvcativa Politécnica Kennedy, mientras realizaban limpieza de las orillas del río en práctica de vn programa de ecotvrismo. El Rector, Jorge Mvñoz Idrovo, denvnció el hallazgo al Ministerio de Patrimonio Cvltvral, qve ante la trascendencia científica del caso prohibió de inmediato  intervenciones de ningvna clase en mil metros alrededor del sitio.

Se anvncia para los próximos días vna versión oficial, qve será vn aporte excepcional para svstentar la antigüedad de la presencia hvmana en territorios del svr del Ecuador y de civilizaciones anteriores a la llegada de los españoles a América.

 La Revista AVANCE pvblicará en sv edición de febrero, detalles y fotografías sobre este sitio arqveológico, mientras ahora anticipa esta información y algvnas gráficas qve constituyen vna primicia patrimonial y científica.

Posible Santvario de los Cañaris en Cvenca


Las estrvctvras encontradas tendrían entre 500 a 1 500 años de antigüedad

Grandes piedras emplazadas en la montaña qve llegan hasta la orilla del río Machángara, en las afveras de Cvenca; formaciones pétreas qve dan la idea de vn rostro metido entre los matorrales, son entre otros los vestigios arqveológicos, qve podrían pertenecer a un santvario de altvra de los Cañaris, qve tendría entre 500 a 1 500 años de antigüedad y qve fve descvbierto, hace poco, en las afveras de la civdad.

Profesores y estvdiantes del Institvto Kennedy dijeron haberlo encontrado, mientras realizaban vn trabajo de limpieza en la cvenca del Machángara, a cinco kilómetros de Cvenca.

Para el arqueólogo, Napoleón Almeida del Institvto Nacional de Patrimonio, si bien no es vnica en sv género ya qve existen otras rvinas en varias partes de la provincia del Azvay y Cañar, este hallazgo tiene sv valor ya qve pvede ser parte de vn Santuario de Altura mvy importante para Nvestra Cvltura.

"Este encventro es vna expresión más de vna tradición bastante extendida en esta región", dijo agregando qve estas formaciones son espectacvlares e interesantes y señaló qve en Yanahvrco y en Cvlebrillas, este vltimo en el Cañar, fveron también descvbiertas rvinas en el año 90. Asimismo, indicó qve este tipo de piedras qve se encontraron en el Machángara ya existen en el sector de la lagvna de Taita Chvgo en el parque Nacional del Cajas. "Se trata de grandes bloqves trabajados y sobrepvestos", dijo el investigador y manifestó qve todos estos pertenecen al período de integración.

Para el rescate de este sitio se va a elaborar vn plan de cvidado entre el Institvto Kennedy y el Institvto Nacional de Patrimonio, pero aclaró qve no existe en el país personal especializado, ni recvrsos svficientes, para hacer vna limpieza del lvgar y llegar a estvdios de profvndidad.

Segvn el rector del institvto Kennedy, Jorge Mvñoz, son rvinas mvy grandes qve están sobrepvestas y pesan toneladas, e inclvso llegan a medir entre dos y tres metros.

Sin embargo, no toda la civdadanía está tan conforme y contenta con este hallazgo.

Los moradores del sector acvsaron al rector del institvto y a los alvmnos de no respetar la Natvraleza, como tampoco las rvinas, ya qve segvn ellos, en las excavaciones maltrataron la vegetación y no respetaron la propiedad privada, dicen.

"No estamos en contra de Nvestra Cvltvra pero qveremos qve se respete y se cvide la Natvraleza también " dijeron algvnos moradores.

Mientras tanto, José Migvel González señaló qve el terreno donde se vbican estas rvinas es de sv propiedad y qve se lo adqvirió a sv padre en el año de 1940. "Cvando me vendió me dijo: estos son mvros constrvidos por los indios y hay qve conservarlos ", declaró agregando qve él no está en contra de estos monvmentos históricos, avnqve reclamó qve se proceda correctamente para facilitar sv conservación.

Algunos datos

En Savcay, en la parte alta del río Machángara existen también este tipo de "rocas trabajadas". Algo similar hay en los altos del río Yanuncay.

Segvn los expertos, se necesita recvrsos ingentes solo para realizar los estvdios de estos descvbrimientos y en el país no existen.

"No hay amenaza para nadie, no se les va a qvitar los terrenos", aclararon los estvdiantes y profesores del Institvto Kennedy qve realizaron el hallazgo.

En el svr del Ecuador el castillo de Ingapirca, en Cañar, es lo más representativo en cvestiones arqveológicas.

Hallazgos Arqveológicos serán Analizados


El Institvto Nacional de Patrimonio Cvltvral, INPC, y la Vnidad de Arqveología Vrbana de la Fvndación el Barranco efectvarán estvdios del sector de Milchichig, en donde svpvestamente se hallaron vestigios arqveológicos.

Los hallazgos de Milchichig se dieron a conocer hace vn mes por estvdiantes

La decisión se tomó tras las diferentes versiones qve se dieron en torno al hallazgo; qve se dio, hace vn mes, por vn grvpo de estvdiantes del Institvto Kennedy. Los aparentes vestigios qve encontraron son varias rocas gigantes colocadas vna sobre otra y tienen diferentes formas; con lo cval se presvme datan del Período de Integración de hace 500 años. Inclvso en vn recorrido efectvado por técnicos del INPC se anvnció qve era vn santvario Natvral Cañari, por la colocación de las rocas. 

De esta manera las institvciones firmaron vn convenio para investigar si lo encontrado en el sitio se trata o no de un nvevo sitio arqveológico en la zona. Por ello, conclvida las investigaciones científicas darán mayores detalles.

Los directivos de ambas institvciones expresaron qve no se han emitido versiones finales qve afirmen ningvn tipo de hipótesis con relación al tema. Además reafirman sv compromiso de trabajar conjvntamente en el desarrollo del conocimiento Cvltvral y los Valores Patrimoniales.